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Cuentos, poesía y narraciones infantiles para un público ávido de letras de 0 a 100 años.

martes, 7 de agosto de 2012

EL ZAMPA - LIBROS


   Erase una vez un niño que le gustaba tanto leer que sólo se alimentaba de libros…
   Su madre le preparaba para desayunar un zumo de duendes y un yogurt de hadas con cereales de dragones. Llevaba de almuerzo en su cartera un bocadillo de piratas y un trozo de “La Isla del Tesoro”. 
   Para comer su mamá le presentaba un atractivo castillo encantado de pasta, en la planta baja una apetitosa ensalada de caballeros y damas, en la primera planta un suculento solomillo de dragón de siete cabezas, y para postre, unas ricas y crujientes almenas bañadas en miel.
   Por la tarde su mamá le recogía del colegio y le llevaba a casa donde le esperaba un libro de dinosaurios mojado en leche. Después de hacer los deberes se cogía unas golosinas de Astérix y Obélix...  
... y para cenar, una “delicatessen” de “Cuentos de Andersen”.
   Cuando la luna aparecía el niño se acostaba después de contemplar el firmamento en su libro del Cosmos. Antes de dormir, su madre le recitaba poemas de amor, esperanza, de ilusiones... y con ellos soñaba.
   Uno y otro día su mama le preparaba parecido menú, y día a día, iba agotando las existencias de su biblioteca-despensa, hasta que llegó el momento en que ya no quedaba nada para leer.
   Esa tarde el niño regresó del colegio hambriento de “Mortadelo y Filemón”, su madre, desconsolada, le animó a que hincará el diente a alguno de sus juguetes. El berrinche del niño fue tal que la madre salió desesperada a la calle gritando: -“¡Busco libros!, ¡Libros para leer!”.
   Un señor con sombrero sin salir de su asombro la abordó y le aconsejó: -“¡Señora, cálmese!... A la vuelta de la esquina hay una biblioteca donde su niño podrá saciar su apetito cultural”.
   La madre, más tranquila, entró a su casa y le dijo a su insaciable retoño: -“¡Hijo, estamos salvados!”, ¡Por fin vas a leer!”.
   Apresurados, salieron los dos a la calle y en un par de zancadas se plantaron delante de la Biblioteca Municipal. Entreabrieron la puerta con cautela, un tanto miedosos, pero... una vez dentro, la avalancha de sensaciones inundó sus sentidos, ¡Libros por todas partes!, ¡Infinidad de olores y colores... formas y tamaños!”...No sabía por dónde comenzar: -“¡Quizás este morado esté salado!”, “¡Y este amarillo sea un cuentecillo... y este rosa una aventura de princesas...!”.
   A partir de ese día, su mamá no tuvo más problemas, ¡las provisiones estaban aseguradas!

  Y COLORÍN COLOREADO ESTE CUENTO TAN SABROSO HA TERMINADO